Estaba allí inmóvil, callada, sintiendo el rocío de la mañana, escuchando su interior, su yo más profundo, su respiración. ¿Cómo no sentir ese bullicio que ahogaba, que dejaba quieto al silencio y aún más quietas las palabras? ¡Qué sensación tan extraña! Extraña porque igual la sentía cuando de alegría reía o si de pena lloraba. […]

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