Diagnóstico: adicta a las mariposas, por M.

Pronóstico: grave.

Y así empezó todo, un día cualquiera te sueltan esta perlita, así a bocajarro, y te quedas con cara de boba pensando si eso será bueno, regular o simplemente ya no hay solución y toca poner la cuenta atrás  Si reflexionamos cada palabra por separado la cosa no pinta muy bien. Te recomiendan que por nada del mundo busques información relacionada y menos de fuentes no contrastadas o profesionales de los que uno se pueda fiar, pero como no saben que acostumbro a hacer lo contrario a lo que se me dice aquí estoy con todos los links relacionados desplegados en la sección de favoritos  en la parte superior de mi portátil, un perfecto Lenovo que mi jefe me compró para trabajar, y yo aquí, indagando sobre adicciones.

Adicción, sólo el escribirlo me provoca un miedo horroroso. Ser adicto significa depender, no poder soltar, estar atado y en ocasiones hasta tener que ir subiendo la dosis para no volverse loco. Sin embargo, creo que es lo que a mí me mantiene unida a la vida, aunque estemos acostumbrados a que las adicciones pueden matar, provocan cáncer e infertilidad. Otras veces son unas máquinas  con luces y sonidos estrepitantes los que rompen familias y corazones, las familias a pelear contra el monstruo y los corazones a reponerse y a desear estar de nuevo sintiendo mariposas, porque en temas del corazón no todo está perdido, o si no díselo tú querida amiga.

Pues va y resulta que mi adicción parece que no mata pero no veas como duele, la muy petarda dice que está tan agustico conmigo que de momento no piensa irse. Me temo que estará conmigo en toda la fase de falso letargo, como el de algunas mariposas  en su fase de crisálida, porque es en esta fase donde todo aparentemente está en calma pero es justo lo contrario, se trata del periodo donde más actividad se da en el cuerpo de estos lepidópteros.

Espirotrompa, así es, ya de joven apuntaba maneras, un tal José Luis Cuerda, en el año 1999 (pista: yo tenía quince años), decide proyectar “La lengua de las mariposas” y a mí lo único que se me ocurre es ponerme a investigar sobre esa lengua, un aparato bucal modificado llamado espirotrompa, jope con el nombrecito, jamás se me olvidó. A esa edad no se hacen esas cosas.

Y entonces que tiene que ver mi adicción con todo esto…al final, como esta lengua retorcida todo gira y a todo se le puede dar otra vuelta.

El origen de mi problema es mi relación directa con el género masculino. Sí, los hombres se me dan fatal, pero no todos, sólo con aquellos que se han quedado eternamente aletargados, en esa fase capullo, como auténticos gusanos de seda o algunas mariposas nocturnas que suelen ser oscuras y prefieren envolverse en esta maraña de seda. Y es que siempre he alimentado y cuidado a los gusanos de seda que habitaban en la cocina de mi madre dentro de una caja de zapatos perforada, pero en este caso era reconfortante ver como ese esfuerzo valía la pena, con paciencia nacía una mariposa que más bien parecía una polilla pero  con ganas de volar y ser libre, poco dura la vida de una mariposa, menos las de mi estómago que son inmortales.

A veces os juro que me dan ganas de arrancármelas de cuajo, meterlas en un tarro de cristal y meter un algodón con formol a ver si me dejan en paz pero reconozco que soy incapaz. Si no puedes con tu enemigo únete a él, pues eso hice, tatuarme una hermosa mariposa colorida en la cabeza del retrato de Frida Khalo, para no olvidarme nunca que las mariposas en la cabeza quedan bonitas pero en el estómago duelen, porque batean muy fuerte las alas y porque quieren salir.

Entonces llega Joshua Weigel y hace viral en redes sociales “El circo de las mariposas” un cortometraje independiente que me da un golpe directo en la boca del estómago y me dice “eh tú, espabila que la vida no es fácil pero te queda mucho que aprender aún”.

Y casi diez años después sigo aquí, como una mariposa más, creando adaptaciones evolutivas que me permitan mantener el vuelo y sobre todo disfrutar de la belleza de mi propia metamorfosis.

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