Serendipia, por María Serrano
  • ¿Qué? – contestó él con aire distraído mientras terminaba de fregar los platos.

***

Ella lo miraba intensamente apurando su taza de té. Adoraba observarle realizar las tareas cotidianas; pensaba que esos momentos eran los que les unían de verdad, porque estaban cargados de intimidad y desnudez. Doblar calcetines o cocinar un bizcocho le proporcionaba más placer que la más prometedora de las salidas nocturnas, en las que el resto de la compañía y, sobre todo, el alcohol, habían arruinado más de una vez sus ilusiones de una noche memorable.

La duda siempre estaba presente. La batalla que nunca da tregua es la que libramos contra nosotros mismos. Y ella luchaba día y, sobre todo, noche. No quería entregarse por completo a aquella pasión que sentía, que le llenaba y le ahogaba a la vez. Tenía miedo a perder incluso la poca sensatez de la que aún presumía. Miedo a estar viviendo una ilusión, un espejismo…  Pero había instantes en los que los nubarrones se disipaban. Ese era uno de ellos.

El hilo que los unía era tan fuerte que no había podido romperlo el tiempo, la distancia o las infidelidades (“infelicidades” las llamaba ella con amargura e ironía)… algún espíritu burlón debía estar divirtiéndose de lo lindo a costa de ellos. Él la camelaba de modo muy científico, diciéndola que seguramente su historia se explicaba porque sus átomos siembre habían estado unidos, y tras el Big Bang, habían luchado por encontrarse, lo que explicaría su desesperada necesidad de estar juntos… Ella reía coqueta y encantada cada vez que se lo contaba, a pesar de que creía haberlo oído ya en alguna película romántica…

***

  • Es un hallazgo maravilloso, cuando no se pretendía o se buscaba otra cosa. Eso es lo nuestro: una serendipia.

Él se acercó. Ella nunca sabía bien si cuando le decía cosas así, con palabras lanzadas a veces a quemarropa y sin filtro, le confundía o incluso le hería.

Esta vez, la mirada de él habló directamente a su alma: sin palabras, y su abrazo hizo que siguieran sin necesitarlas.

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