*El amor sucede*, por H. R.

Se levantaba cada mañana para verle.

Miraba con un suspiro, detrás de una cortina, para que él no pudiera ver su cara.

Contaba los minutos esperando a verle pasar, como cuando eran novios.

Recordaba todos los momentos de amor que vivieron juntos y sentía esa sensación que te conmueve, esa chispa interior que llaman amor, ese impulso magnético que nos atrae.

Sentía mariposas, treinta años después de haberse muerto.

Y es que el amor, como todo lo que se siente dentro, no tiene tiempo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *